1. Lo del disco de versiones es una jugada demasiado habitual para artistas en horas bajas. Un intento de insuflar aliento a proyectos en respiración asistida.
2. Y lo del disco con orquesta empieza a serlo. (Lo mismo hacemos pronto un “Nos queda la música” sobre esta modalidad del marketing pop).
Y, de repente, llega Peter Gabriel y le da la vuelta a este punto de vista. “Scratch my back”, el álbum que publicó en febrero con versiones orquestales de clásicos pop antiguos y recientes, es uno de los discos del año.
Los magníficos arreglos de John Metcalfe, más cercanos a la contemporánea y al misticismo de compositores como Steve Reich o Arvö Part que al romanticismo sinfónico o la banda sonora para todos los públicos, rehúyen la uniformidad. Cada canción, un mundo. Una sorpresa de matices inagotables. La selección de canciones resulta intachable. Hits indiscutibles como “Heroes” de David Bowie o “The Boy in the bubble” de Paul Simon. Reyes de la escena “indie” como Arcade Fire (“My body is a cage”) o The Magnetic Fields (“The book of love”). Y Radiohead, Lou Reed… o una debilidad: Randy Newman. La interpretación de Gabriel, con voz potente, clara, solemne, profunda, redimensiona esas canciones. A menudo irreconocibles. Siempre emocionantes.