Los jóvenes Disney logran su objetivo: recital compacto y bastante contundente, público feliz, billeteras gordas. Ese lugar en el pedestal de los ídolos pop prefabricados, que alguna vez fue de los Backstreet Boys o de Menudo, hoy les pertenece. Justin Bieber, "el otro JB", todavía tendrá que esperar un poco más.
Sin ser excesivamente carismáticos sobre el escenario, los Jonas saben cómo conquistar corazones virginales: como ejemplo, al inicio de "Hello Beautiful", un cambio de letra improvisado de Joe (de "I hear it's wonderful in California" a "it's wonderful in Buenos Aires") subió el nivel de gritos a puntos críticos. Y, a falta de covers, se limitaron a 30 segundos de la intro de "Seven Nation Army" .
Al cabo de unas veinte canciones, llegarían dos hits para el bis ("S.O.S.", que los lanzó a la fama, y "Burnin' Up", acompañados por Big Rob, un clásico gordo rapper que hace las veces de guardaespaldas de la banda), camiseta argentina de rigor -y, llamativamente, una de River para el percusionista- y despedida veloz.
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